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jueves, 8 de septiembre de 2011

Cuida tus rodillas.

La carrera a pie compromete nuestras rodillas. Nuestras articulaciones, aunque se trate de un gesto natural, sufren no tanto por el volumen de carga al que las sometemos, sino por desgaste articular y tendinitis rotuliana.
El desgaste articular se genera por los continuos impactos sobre las superficies de cartílagos articulares y la tendinitis rotuliana aparece por la sobrecarga. Para evitar este tipo de problemas una recomendación es correr menos en asfalto y más en terrenos “blandos”. Hay que intentar evitar en la medida de lo posible correr por asfalto y aceras. Si es posible debemos realizar la mayor parte del volumen de trabajo en caminos de tierra o hierba. Esto rebaja el estrés articular en la recepción y el impulso.
Las zapatillas son un punto importante, una buena amortiguación es clave, una adherencia excesiva en superficies duras castiga las articulaciones, la arena ofrece menos grip.
Por último debemos cuidar y fortalecer los músculos que ayudan a la rodilla. La articulación como tal no tiene músculos, pero la estabilidad y guía para el movimiento se la dan los músculos que se insertan en ella para que tendones de inserción y fascias refuercen la cápsula articular. Una musculatura acondicionada será capaz de soportar mejor los impactos y cargas liberando a las superficies articulares de parte del estrés que reciben. Los músculos implicados y que debemos reforzar son: cuadriceps (parte anterior), gastronemios, triceps sural, isquiotibiales y sóleo.
Estos aspectos debemos tenerlos en cuenta a la hora de planificar nuestros entrenos para conservar nuestras rodillas y poder correr muchos kilómetros.

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